la fiesta del jardín
hoy a la mañana, lo saqué a mi hermano de la cama para escarbar en todos los álbumes familiares hasta dar exactamente con ésta foto:
Somos mi hermana y yo en el pequeño Jardín de san Jerónimo Lídice.
Disfruté mucho ese jardín. Era pequeño pero servía para jugar a las aventuras, tomar sol, hacer una fiesta de te, plantar, cosechar, saltar los troncos. de todo!
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Mamá nos llevaba por lo menos una vez al mes a los viveros de Xochimilco. Que es cerca pero no tan cerca y Xochimilco, aunque ha sido devorado por la mancha urbana de la #CDMX, conserva su magia de pueblo prehispánico: con sus trajineras, sus chalupas, sus canales llenos de colores, música, lirios… y los viveros: un oasis de las plantas y las flores más exóticas del mundo.
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Íbamos por alcatraces, nochebuenas, margaritas y cactus. Mamá tiene muy buena mano con las plantas, Julia también tenía. Tiraba las semillas de los chiles en la jardinera de la entrada y nacían unos habaneros que picaban como el culo. Mamá me decía que había que cantarle a las plantas mientras las regabas, y hablarles bajito y sus rosas son las rosas más lindas! Rojo oscuro, rosas con el borde amarillo.
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Cuando ví la película de Alicia en el País de las Maravillas de Disney, me di cuenta que esa canción, en el jardín de las rosas, era exactamente la canción que le iba a cantar a mis plantas toda la vida. Así, cada vez que agarro la regadera, hace más de 30 años, entono “es la fiesta del jardín por las tardes , cuando el sol comienza a declinar , y las flores que son perezosas, no se pueden despertar.”
También tiro algunas lágrimas a mis flores, tal vez por eso sean tan lindas y nostálgicas como yo. Las calas de mi ventana bonaerense, me recuerdan la mesa de mi abuela Rosita, con esos alcatraces preciosos. Son mi flor favorita. Y siempre florean en septiembre, justo para mi cumpleaños. Un gran regalo de la naturaleza.
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En esta foto no se aprecia ese mundo que relato, con todas las flores preciosas del jardín de mi mamá, es más, hay una bolsa horrible del súper Sumesa, es como el Norte acá… se lo comió Walmart. Atrás de la barda de ladrillo creció una buganvilla tan grande y furiosa que atacaba a todos los visitantes. Mamá tenía prohibido cortarla. Yo dibujaba el piso con las flores fucsia de esa santa Rita violenta.
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Vos le cantás a las plantas? Te recomiendo hacerlo y a tus hijos. Ellos se van a acordar de tu canción, y de tus manos en la tierra y el olor de su niñez los acompañará siempre, aunque se vayan a vivir 7 mil kilómetros lejos de aquí.
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