el gato y la simbología ambivalente I
I
Entre el dios y el demonio
Entre el dios y el demonio
“No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.”
Jorge Luis Borges
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.”
Jorge Luis Borges
Es vasta la literatura que considera a los gatos como figuras mágicas con capacidades de conectar el mundo de los vivos con el mundo de los muertos, con lo cual, han ganado fama de dioses en algunas épocas y demonios en otras tantas. Sin embargo, pocos son los textos que hablan de este animal como símbolo que relaciona el mundo de los vivos con sí mismos, pero en diferentes estadios.
Para el mundo europeo del siglo XVIII, los gatos eran animales altamente simbólicos. Por un lado, para los burgueses, eran prototipos de poder, pues la pasión por los ellos parecía haberse apoderado de grandes y diversos establecimientos, por lo menos a nivel de los patrones o burgueses. “Un burgués conservaba 25 gatos, tenía sus retratos pintados y los alimentaba con aves asadas.” Pero para los menos afortunados, es decir, la clase trabajadora, los gatos figuraban como ingredientes en todo tipo de medicina popular, sugerían brujería, significaban atraer la mala suerte sobre su dueño o casa. Asfixiaban a los bebés y contaban los chismes en la calle. Incluso, debido al carácter onomatopéyico de su dialecto, varios autores consideran que su poder se concentraba en el sexo, aunque también estaban relacionados con la noche y la muerte. Aún más importante, estos felinos burgueses comían mejor que los trabajadores del patrón. Este fenómeno dio como resultado, una gran matanza de gatos que comenta Robert Darnton (La Gran Matanza de los Gatos, 2001). ¿Qué es lo que motiva este particular acontecimiento, que no se había anteriormente en las tradiciones paganas ni en las tradiciones cristianas?
Comencemos por hablar del término “gato.” El Bestiario de Aberdeen (circa 1200, Colin McLaren, 1995), que contiene textos e imágenes relacionados con diversos animales, hace la siguiente anotación sobre ellos: “El gato, es también llamado musio, cazador de ratones, debido a que es el enemigo de los ratones. Es comúnmente llamado catus, cat, que viene de captura, el acto de capturar. Otros dicen que este animal adquiere su nombre de capto, debido a que atrapa ratones con sus ojos agudos. Por esto, tiene tan perforante vista que supera los límites de la oscuridad nocturna, atravesándola con una luz que proviene de sus penetrantes ojos. Como resultado, la voz griega catus, significa agudo, astuto.”
Para el mundo europeo del siglo XVIII, los gatos eran animales altamente simbólicos. Por un lado, para los burgueses, eran prototipos de poder, pues la pasión por los ellos parecía haberse apoderado de grandes y diversos establecimientos, por lo menos a nivel de los patrones o burgueses. “Un burgués conservaba 25 gatos, tenía sus retratos pintados y los alimentaba con aves asadas.” Pero para los menos afortunados, es decir, la clase trabajadora, los gatos figuraban como ingredientes en todo tipo de medicina popular, sugerían brujería, significaban atraer la mala suerte sobre su dueño o casa. Asfixiaban a los bebés y contaban los chismes en la calle. Incluso, debido al carácter onomatopéyico de su dialecto, varios autores consideran que su poder se concentraba en el sexo, aunque también estaban relacionados con la noche y la muerte. Aún más importante, estos felinos burgueses comían mejor que los trabajadores del patrón. Este fenómeno dio como resultado, una gran matanza de gatos que comenta Robert Darnton (La Gran Matanza de los Gatos, 2001). ¿Qué es lo que motiva este particular acontecimiento, que no se había anteriormente en las tradiciones paganas ni en las tradiciones cristianas?
Comencemos por hablar del término “gato.” El Bestiario de Aberdeen (circa 1200, Colin McLaren, 1995), que contiene textos e imágenes relacionados con diversos animales, hace la siguiente anotación sobre ellos: “El gato, es también llamado musio, cazador de ratones, debido a que es el enemigo de los ratones. Es comúnmente llamado catus, cat, que viene de captura, el acto de capturar. Otros dicen que este animal adquiere su nombre de capto, debido a que atrapa ratones con sus ojos agudos. Por esto, tiene tan perforante vista que supera los límites de la oscuridad nocturna, atravesándola con una luz que proviene de sus penetrantes ojos. Como resultado, la voz griega catus, significa agudo, astuto.”
Comentarios
En el antiguo Egipto los gatos eran llamados “MAU” que a su vez también quería decir “Ojo” relacionado si con el principio divino del “ojo solar”.
Los gatos también fueron una banda argentina, de las llamadas precursoras del rock nacional (argentino). En sus filas estaban los destacados Ciro Fogliatta, Litto Nebbia y Oscar Moro, en un inicio, para después ser acompañados por Pappo. “La balsa” es uno de sus éxitos, canción con un toque místico al ser composición del mítico Tanguito.
Aunque es raro escuchar a una serpiente decir miau. :)
Me dejas pensando en algo: Cuando mi padre partió de estas coordenadas terrenales, la mascota de mi casa, una gatita hermosa, no se encontraba a sí misma, estuvo inquieta desde que amaneció y no quería desarpartarse de la cama de mi padre. A todos nos pareció extraño pero considero que ella lo sabía, así de sencillo.
Un abrazo con los afectos de siempre!
Saludos,