migraciones
Si llueve mucho el barrio
se vuelve una isla.
Las calles que lo rodean
se transforman en ríos
y los vecinos se quedan en casa.
Algunos protestan por la sudestada.
Otros se divierten
con este capricho
de volverse Venecia por unos días.
Los árboles, de tanta lluvia,
se ponen casi fluorescentes,
y por los caminitos
pasan paraguas multicolores
como flores móviles migrando de un jardín a otro.
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