pasillo de hospital
Sin batería. Más lugar común no hay. Primero se fueron los datos, nunca hubo wifi, ahora no hay batería. ¿Por qué saqué el libro de la mochila? Ese libro de la mujer que va perdiendo sus facultades mentales mientras unos albañiles remodelan el patio de la casa de su infancia. ¿Era así? O Es la casa de su madurez, pero todo el tiempo está recordando otro patio, el patio de su infancia, allá en el pueblo. Ojalá me hubiera traído el libro.
Traigo el resaltado. Si tan solo encontrara un papel. Desodorante, pipa, pastillas, un capo traste, auriculares, una remera, tapabocas, lentes de sol, tapabocas, birome, sin tinta, un cable… sin adaptador.
En el auto tengo otro, otro cable, ¿tendrá adaptador? No me acuerdo. También hay otro libro, un libro sobre un detective mexicano que perdió un ojo, ¿cómo perdió el ojo? Me da pena porque me parecía tan lindo.
Tengo miedo de ir al auto a buscarlo porque me van a llamar cuando no esté. Siempre pasa, como la batería que te abandona en los peores momentos, como el colectivo que llega cuando encendiste el cigarrillo, como la enfermera que aparece cuando saliste a buscar un cargador. “este desodorante responde al movimiento, manteniéndote fresca durante todo el día. Nuestra protección más duradera contra la transpiración y el mal olor. 0% alcohol.”
Por qué en el pasillo de oncología están las madres recién paridas? No tiene sentido. Nada tiene sentido en los pasillos de los hospitales. Los carteles con elefantes y globos no tienen sentido, el tiempo no tiene sentido, se alarga a su máxima expresión, va lento, despacio, casi se detiene, pero sigue. Ni un reloj, ni un cargador, ni una enfermera, nadie a quién preguntarle por Fran. Solo quisiera dejarle un paquete con libros e instrumentos que traje del taller para que sus horas sean más placenteras, para acompañarla de alguna manera, aunque no podamos pasar más nuestras tardes de jueves juntas. Podría abrir el paquete y leer los libros, pero no tengo cinta para volverlo a cerrar. Es un regalo. “cycomethicone, aluminium, zirconium, tetrachloridrex gly, stearyl alcohol.”
Esperar, ¿por qué es tan difícil esperar? como la señora del libro que espera que su patio rojo sobreviva a los albañiles, con el tereré y la cumbia y el polvo que no da tregua y se mete en cada poro de su casa y su memoria, tapándola, obstruyendo el recuerdo de casi todo, salvo de su infancia, en la casa de campo con su padre y su hermano. Cómo es que murió el hermano? Creo que de cáncer…. El cáncer, me preguntaba ayer mi hija “¿Le da a los niños también? Si mi amor… el cáncer no conoce edad, ni sexo, ni religión, ni clase social. Pero los niños tienen a veces más chances de sobrevivirlo. Esperemos que Fran sea uno de esos casos. ¿Dónde están las enfermeras?
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