cuando ya no esté

Hoy no estoy
ni quiero estar…
el hartazgo se va,
desaparece
dejando el sabor de una mala resaca.
El sarro se quedará siempre… toda vez
que lo intenté
sólo logré
estamparme contra la pared.

Hoy no estoy
eso fue ayer
tanta necedad de permanecer ¿y todo para qué?
Si al final
terminé esfumándome,
llorando en seco,
dejando de respirar,
durmiendo sin sueño
en la taquicardia de un aguado café de madrugada.

Hoy quiero estar
pero sin cansancio,
deseo volver
con ganas de robar horas al pasado,
lesionar con solvente ácido
el maldito malestar
para escuchar un alma apaleada pedirme perdón
desde adentro de aquel lugar
donde no está más en mí.

Pero no estoy
y no volveré
a sufrir las heridas de tu cuerpo,
a quebrarme ante tu desprecio…
el perdón es algo
que injustamente se me agotó.
Una mano desaparece en la oscuridad de la mañana,
he dejado huérfana
a mi mano izquierda.

Desde hoy
te recuerdo siempre
donde quisiera no estar,
obsérvame detenidamente
aquí trajino
a gatas,
esperando…
esperando…
estoy justo donde no quería estar.

¿Qué sabes tú de la insensatez?
deseas decirme qué es incoherente
qué es lúcido y brillante
para enseñarme a caminar…
No funciona así,
porque:
aunque ya no estoy
continuaré en desacuerdo contigo.
No tienes idea de mi demencia
ni del camino tan largo que tendría que recorrer
hacia la coherencia de tus sueños.

Irrespetuosa,
desatendida
mierda desilusionante
de diario.
Irrespetuosa
falta de sentido,
tomo el dinero y la quiero limpiar,
comienzo la batalla
en busca de salud mental.

Desde mi propio mundo
esto se llama salud mental.
Desde el ayer que ya no es hoy,
la locura es mi coherente trastabillar.
Escribo
para no estar muerta,
o para no estar viva,
o por lo menos para no pensar en ti.
Aunque no sepa lo que hago.

Un río corre por mi cerebro,
viaja pesado hasta el corazón
ahí se envenena su agua cristalina.
Así, podrida, fermentada y consumida,
no tengo porqué –o de qué- asustarme.
Debería aprender a respetarme a mi misma
y apoyarme cuando tomo decisiones,
pero resulta tan difícilmente doloroso el marcharse
cuando me he pasado la noche buscando los pedazos de un roto corazón.

Y no lo encontré…
por eso hoy no estoy,
ni quiero estar
ni quiero que sepas si he llegado bien a casa.
Porque me avergüenza saberme falta de valor
para un día echar a andar,
sin voltear,
sin mirar,
sin decir adiós…

Para verdaderamente dejar de estar.

“Cuando quieras invitarme a respirar tu espacio,
y tengas algo mejor que decir,
y puedas sentir el suelo que ahora devastas,
y no mires con furia recargada,
y aceptes tus errores,
y los afrontes con voz de rostro.”


Cuando eso suceda,
probablemente yo dejaré de hacerte sufrir tanto
y seas feliz.
Por mi parte,


“Hasta que rebases la edad mental de cinco años
o amanezcas con las pestañas cansadas
o mueras de abrazos no repartidos
o recuentes veinte veces las tonterías que ahora te niegas
o te apetezca besarme cerrando los ojos”


Sólo cuando eso te pase,
sólo hasta que eso suceda,
te quiero volver a ver…

(que bueno que hoy no estoy porque así me evité el estar conmigo en algo que ha sido uno de los peores días de mi vida)

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