Hay días que extraño,
días donde me siento sola,
cuando no conocer a nadie
implica abstenerse a la imaginación propia.
A los nuevos conocidos
los recuerdos los limitan a dos meses tope.
Mi perro quedó lejos
y mis amigos se han convertido en fotos
o escasos mensajes electrónicos.
Extraño el olor a café
trepando por las paredes desde la cocina
hasta una habitación que pasa la noche
enclaustrada en libros, televisión sin señal,
humo concentrado
contaminándome los pulmones.
Extraño el poco aire
que encontraba al despertar
y el café trepando…
¡Cómo la extraño a mamá!
incluso cuando se ponía en el rol de hincha pelotas
para sacarme el tapón.
Más que nada,
extraño los tacos con mucha salsa
y mucha grasa.
Hay días que me siento sola
y sólo con esta pluma
me siento a escribir
otra vez…
porque todo lo demás está bien
simplemente cuesta un poco echar a andar,
echar raíz,
cuesta dejarse de perder en la ciudad.
Incluso hay días
que me cuesta trabajo respirar.
¿Quién iba a pensar que en días como hoy,
-estando tan bien-
la felicidad me iba a parecer
tan ajena
y tan lejana?


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