equilibristas de cuello roto
Escribir es como estar en la cuerda floja, por lo menos para mí. Escribir es andar por un hilo frágil de letras, en un mar de confusas ideas, escribir es tomar cada una de esas ideas, descifrar unas pocas en tu cerebro mal gastado y ponerle una cierta cantidad de caracteres…formar un hilo, endeble, entre mi cerebro y el de otra persona, escribir es para mí el arte, el vicio, de transmitir ideas aunque éstas no terminen siendo más que otra cosa que la esencia de lo que quise decir…por lo menos, eso es lo que pienso yo, pero rara vez pienso con cordura, así que cada uno podrá sacar su propia conclusión de lo que tenga yo que decir, e igual lo que ustedes lean no será jamás lo que yo quise decir. No creo que eso importe; por lo menos no para mí, y mucho menos para ustedes.
¿Cuándo es que surge el vicio de la escritura en algún escritor? Porque es cierto que la escritura es un vicio, de los buenos, de esos que no se pueden dejar fácilmente, ¡qué digo! De esos vicios que nada más no se pueden dejar… de los buenos. Además, una persona es siempre un escritor, aunque no sea bueno; aunque ni siquiera pueda escribir.
Pues el vicio de la escritura surge cuando se siente la necesidad de compartir algo, aunque ese algo sea para compartírselo a uno mismo. Es como los cavernícolas, necesitaban compartir sus pensamientos, los dibujaban pero eran vagas las ideas, entonces crearon los sonidos, poco a poco se hicieron coherentes, luego apareció una letra, tras ella otra, y otra y otra… hasta que surgió la primera palabra, que seguramente no fue muy coherente que digamos pero era en esencia una palabra. Pero bueno, la idea es clara por lo menos en mi mente, se necesita escribir para compartir, aunque siempre somos lo suficientemente envidiosos como para compartir con segundas personas en primer instante, así que cuando escribimos, generalmente escribimos para uno mismo, después, si te gusta o no, igual dejarás a los demás ver tu trabajo. Tal cual.
Cuando uno se da cuenta de que los demás lo admiran, o lo envidian, el ego crece y el vicio se convierte en vicio.
"Hace días que no salgo al sol, le di llave a mi cascarón. Voy de la cama al baño, del baño al vino, del vino al dolor." No he podido escribir en varios meses, pensé que era un alivio, ahora sé que me martiriza la ausencia, me siento en una cuerda floja. Soy un total acróbata.
La primera persona que leyó el título de este escrito pensó que era un título de alguna película pornográfica, es chistoso, porque es en lo último que pensaría al escribir “equilibristas”, o tal vez no. Igual para aquella persona el vicio lo constituye la pornografía, para mí, el vicio lo constituye la escritura en sí.
¿Qué pasa, ahora, cuando tienes ese vicio, profundo como el tabaco, incrustado en las yemas de los dedos? ¿Qué pasa cuando tienes la necesidad de escribir y no puedes?
Ray Bradbury alguna vez escribió: Yo escribo, escribo y escribo, de noche o al medio día, escribo para no estar muerto.
¿Y si uno se siente bien y no puede escribir, significa que vas a morir? O sólo significa que te estás muriendo por dentro.
"Medio estropeada, con el hocico herido, son varias lunas dormidas en pie." Tratando de escribir, de sacar algo de mi ser, de sentir otra vez el poder de adornar las palabras con letras y las letras con espacios. De llenar los espacios con silencios…. Pero luego, no aparece nada, todo se queda en la última fase, en el silencio entre letras sin sentido. Y me siento muerta, aunque sea por un instante.
Escribir no tiene ciencia. Para escribir una novela se necesita de capítulos, para escribir un capítulo se necesita de párrafos, para escribir un párrafo se necesita de palabras, para escribir palabras se necesita de letras, y esas, las conozco todas, por lo menos los caracteres occidentales, o por lo menos, eso creo yo. Pero ¿cómo se hace para escribir un sentimiento?
Se puede describir, se puede casi tocar, pero no se puede escribir. Se puede escribir acerca de un sentimiento, pero el sentimiento no se puede escribir. No se puede escribir nada a la perfección, uno se acerca a la verdad de las cosas pero siempre se escapa, como el agua, mejor dicho, como el mercurio… tampoco me creo capaz de escribir lo que se siente tener el mercurio entre las manos, pero lo sé, lo que vivido, lo he sentido y a menos que no lo sientan ustedes, jamás van a tener la necesidad de tratar de escribir un sentimiento.
¿Qué les puedo yo decir? Lo que diga, siempre será interpretado de otra manera, desde el momento en que la idea se traslada de mi cerebro a mis manos ya no es la misma idea, en el momento en que tecleo las ideas, letra por letra se va perdiendo la esencia original y no quedan más que compilaciones de caracteres, cuando ustedes estén leyendo esto, cuando su cerebro lo procese, seguramente ya no tendrá absolutamente nada que ver con lo que yo quise decir. Pero ¡qué importa! Sean acróbatas, escriban hilos de letras, poco a poco, hasta sumergirse en la maraña de pensamientos que forman la telaraña del cerebro. Eso es vida, escribir, escribir, y escribir, como diría Bradbury, para no estar muerto. Lo peor que te podría pasar sería quedarte sin hilo, por un tiempo, por una hora, por un segundo, por un instante y caer y romperte el cuello. Pero lo que no te mata, siempre te hace más fuerte.
¿Cuándo es que surge el vicio de la escritura en algún escritor? Porque es cierto que la escritura es un vicio, de los buenos, de esos que no se pueden dejar fácilmente, ¡qué digo! De esos vicios que nada más no se pueden dejar… de los buenos. Además, una persona es siempre un escritor, aunque no sea bueno; aunque ni siquiera pueda escribir.
Pues el vicio de la escritura surge cuando se siente la necesidad de compartir algo, aunque ese algo sea para compartírselo a uno mismo. Es como los cavernícolas, necesitaban compartir sus pensamientos, los dibujaban pero eran vagas las ideas, entonces crearon los sonidos, poco a poco se hicieron coherentes, luego apareció una letra, tras ella otra, y otra y otra… hasta que surgió la primera palabra, que seguramente no fue muy coherente que digamos pero era en esencia una palabra. Pero bueno, la idea es clara por lo menos en mi mente, se necesita escribir para compartir, aunque siempre somos lo suficientemente envidiosos como para compartir con segundas personas en primer instante, así que cuando escribimos, generalmente escribimos para uno mismo, después, si te gusta o no, igual dejarás a los demás ver tu trabajo. Tal cual.
Cuando uno se da cuenta de que los demás lo admiran, o lo envidian, el ego crece y el vicio se convierte en vicio.
"Hace días que no salgo al sol, le di llave a mi cascarón. Voy de la cama al baño, del baño al vino, del vino al dolor." No he podido escribir en varios meses, pensé que era un alivio, ahora sé que me martiriza la ausencia, me siento en una cuerda floja. Soy un total acróbata.
La primera persona que leyó el título de este escrito pensó que era un título de alguna película pornográfica, es chistoso, porque es en lo último que pensaría al escribir “equilibristas”, o tal vez no. Igual para aquella persona el vicio lo constituye la pornografía, para mí, el vicio lo constituye la escritura en sí.
¿Qué pasa, ahora, cuando tienes ese vicio, profundo como el tabaco, incrustado en las yemas de los dedos? ¿Qué pasa cuando tienes la necesidad de escribir y no puedes?
Ray Bradbury alguna vez escribió: Yo escribo, escribo y escribo, de noche o al medio día, escribo para no estar muerto.
¿Y si uno se siente bien y no puede escribir, significa que vas a morir? O sólo significa que te estás muriendo por dentro.
"Medio estropeada, con el hocico herido, son varias lunas dormidas en pie." Tratando de escribir, de sacar algo de mi ser, de sentir otra vez el poder de adornar las palabras con letras y las letras con espacios. De llenar los espacios con silencios…. Pero luego, no aparece nada, todo se queda en la última fase, en el silencio entre letras sin sentido. Y me siento muerta, aunque sea por un instante.
Escribir no tiene ciencia. Para escribir una novela se necesita de capítulos, para escribir un capítulo se necesita de párrafos, para escribir un párrafo se necesita de palabras, para escribir palabras se necesita de letras, y esas, las conozco todas, por lo menos los caracteres occidentales, o por lo menos, eso creo yo. Pero ¿cómo se hace para escribir un sentimiento?
Se puede describir, se puede casi tocar, pero no se puede escribir. Se puede escribir acerca de un sentimiento, pero el sentimiento no se puede escribir. No se puede escribir nada a la perfección, uno se acerca a la verdad de las cosas pero siempre se escapa, como el agua, mejor dicho, como el mercurio… tampoco me creo capaz de escribir lo que se siente tener el mercurio entre las manos, pero lo sé, lo que vivido, lo he sentido y a menos que no lo sientan ustedes, jamás van a tener la necesidad de tratar de escribir un sentimiento.
¿Qué les puedo yo decir? Lo que diga, siempre será interpretado de otra manera, desde el momento en que la idea se traslada de mi cerebro a mis manos ya no es la misma idea, en el momento en que tecleo las ideas, letra por letra se va perdiendo la esencia original y no quedan más que compilaciones de caracteres, cuando ustedes estén leyendo esto, cuando su cerebro lo procese, seguramente ya no tendrá absolutamente nada que ver con lo que yo quise decir. Pero ¡qué importa! Sean acróbatas, escriban hilos de letras, poco a poco, hasta sumergirse en la maraña de pensamientos que forman la telaraña del cerebro. Eso es vida, escribir, escribir, y escribir, como diría Bradbury, para no estar muerto. Lo peor que te podría pasar sería quedarte sin hilo, por un tiempo, por una hora, por un segundo, por un instante y caer y romperte el cuello. Pero lo que no te mata, siempre te hace más fuerte.
La imagen viene del blog Cándido y Oscuro |
Comentarios
ESCRIBIR, ESCRIBIR, ESCRIBIR.. ME ENCANTAAAA..
+.. TAN SOLO ESCRIBO PARA CALLAR, CUANDO EL INSTINTO ME MANDA AL FRENTE, Y NADIE ME ESCUCHA DELIRAAR!