carta a Matías

No tenemos el gusto de conocernos, no tendré el gusto de verte nacer y tú no tendrás el gusto de ver mi cara de tía idiota contemplando tu hermoso rostro de melocotón enmarcando unos ojos apenas abiertos. Pero ten por seguro que te querré desde mucho antes que puedas leer esta carta. Te lo digo de una vez: te quiero y bienvenido al mundo.
Me encuentro lejos de mi país, lejos de mi familia y lejos de ti. Me encuentro mucho más sola, mucho menos comprendida, mucho menos mimada que tú, pero soy feliz. Soy inmensamente feliz… porque hace tres meses que volví a nacer y siento algo similar a lo que tú estás sintiendo en estos momentos de la mañana del 5 de junio del año 2007.
Sé que aunque yo no estaré cerca de ti el día de tu nacimiento, vas a sentir mi presencia junto a la buena voluntad de todos tus seres queridos y a través del cariño de tus padres, hermanas, abuelos y tíos… yo estaré ahí para ti.
Has decidido nacer a principios del mes de junio del año 2007 y no un mes después como decía el doctor, has decidido ser varón, has decidido ser mexicano, has decidido ser un Kolb Alanís Fuentes… o tal vez no haya quedado en ti haber hecho semejantes decisiones y tus padres y tu entorno hayan tomado estas primeras decisiones por ti, pero de entrada, así va a ser. Lo demás dependerá enteramente de ti.
Dependerá de ti ser un hombre de bien, ser un buen ser humano, un hijo cariñoso, un mexicano atento a las cuestiones que lo rodean, un hombre responsable de sus decisiones, un hermano conciliador entre dos princesas mimadas y caprichosas; dos princesas hermosas que ya tienen nombres de reinas y ojos de cielo: Sofía e Isabel.
Las circunstancias harán que yo no te vea crecer sino a distancia, que no haga más que contemplar las fotos que me manden tus padres, que no pueda estrujarte entre mis brazos con frecuencia, cantarte estridentes canciones de cuna, acurrucarme a tu lado viendo una película, darte una mamila cargada de leche tibia (que previamente me haya quemado una mano), ni ayudar con tus primeros baños. Las circunstancias me han alejado de las personas que más quiero en el mundo, las circunstancias –y mis propias decisiones- me han alejado de ti, pero sólo físicamente, y eso es importante, porque mientras tus padres manden fotos, mientras escuche anécdotas sobre ti, mientras te mire crecer a la distancia, estará todo bien. De una vez te lo garantizo: estará todo bien.
Eres uno más de los niños del siglo XXI, eres uno más de los niños buscando repensar el orden mundial, eres uno más… y sin embargo, eres único. No es necesario que en tus hombros recaiga el peso del destino del planeta o el calentamiento global que tan de moda está, solo es necesario que seas un niño más. Esto significa que tienes que ser un niño feliz, que sepa jugar, que disfrute sus victorias, que se resigne ante las derrotas, que aprecie el cariño obtenido y respete el espacio de sus hermanas y sus amigos.
No sabes cómo me cuesta escribir esta carta a la distancia. Hace varios meses ya que no siento la panza de tu madre y no sé con cuánta intensidad pateas deseando salir a respirar, con cuánta fortaleza late ya tu corazón, con qué vivacidad se expanden tus sentidos y comienza a consolidarse tu razón.
Pero puedo decirte un par de cosas: Sofía e Isabel. Ellas son un par de angelitos caídos del cielo, son un pensamiento constante en mi cabeza, son las lágrimas que mira esta ciudad airosa y sin montañas cada vez que recuerdo mi tierra. Si algo me duele de haber dejado mi país es no poder acariciar los lacios cabellos de Sofía o tomarle la manita a la tempestuosa Isabel. Cantar con ellas, enseñarles bailes, jugar a los payasos con calcetines en las manos o incluso ver la televisión en silencio mientras comemos huevo revuelto con jamón. Tú en cambio, sí podrás hacerlo. Podrás jalarle el cabello a Sofía y hacerla llorar y podrás empujar a Isabel para que se tropiece… pero será difícil, porque son bravas mis niñas.
A ti, Matías Kolb, te encomiendo que me las cuides, por si no tengo oportunidad de verlas crecer. A ti, Matías Kolb, te encargo las hagas llorar de pequeñas y las consueles cuando algún joven les rompa el corazón. Te encargo seas un buen hermano, que las haga rabiar, que les cambie el sistema, que las defienda, que las obligue a ser fuertes…
Te lleno de responsabilidades a breves horas de nacer, lo que parece injusto. Sin embargo, te lleno de bendiciones. Cerca de ti tendrás un padre que se dedicará a hacerte un niño feliz y un hombre centrado y pensante y además te enseñará de música, una madre que no dejará pasar un día sin recordarte que lo más importante es el amor, la felicidad y una sonrisa sincera al despertar cada mañana, una abuela que es la prueba misma de que el trabajo en la vida consolida la personalidad y levanta una familia, otra abuela que siendo totalmente distinta, te enseñará a ser prudente y atento y a controlar esa vehemencia heredada, también tendrás un abuelito francés que jugará poco contigo porque ya es algo mayor, pero los años no le restarán cariño y sobre todo, será el primero en darte una copa de vino; más adelante en tu vida lo recordarás siempre con una sonrisa en la boca. Tíos y tías de diversos colores, nacionalidades, ideales y pensamientos… todos tienen en común una cosa: somos familia, y la familia se quiere, se respeta y se apoya. Yo sin esa misma familia -que ya irás conociendo-, no habría podido abrir las alas, comenzar este vuelo y alejarme de todo para encontrar el camino que hoy me hace feliz. Cuida y respeta a esa familia, a nuestra familia… pero sobre todas las cosas quiérelos, porque todos son seres humanos extraordinarios. No somos reyes, ni aristócratas, ni ricos empresarios. Somos gente común, y dentro de la gente común somos gente poco común, que no se conforma, que siempre pide más, que busca vivir intensamente su presente, valorar el pasado y predice con sabiduría el futuro. Te felicito porque, si es cierto que tú decidiste dónde y cómo nacer, lo decidiste bien.
Matías, desde ya comienzo a repetir tu nombre en silencio, desde ya imagino los dolores de parto de mi hermana, desde ya visualizo a tu padre explicándole a tus hermanas el milagro de tu nacimiento.
Todos te esperamos con mucho gusto. Te deseamos feliz viaje.
Y yo… yo soy la tía Vava… yo, en lo personal puedo decirte que los viajes inciertos hacia un mundo desconocido dan terror pero siempre son satisfactorios. Vas a luchar mucho para conseguir nacer, vas a llorar, vas a sentir frío, hambre y miedo a la oscuridad, te vas a caer, te vas a lastimar, vas a aprender a llorar de nuevo y luego vas a aprender a llorar de verdad… y todo lo vas a disfrutar. Porque Matías, la vida es una experiencia única e irrepetible y yo, que soy muy joven pero he vivido bastante, te recomiendo que siempre hagas todo con amor, con inteligencia y con determinación. Te garantizo que la vas a pasar fenomenal.
Te deseo mucha suerte en tu camino a la vida y te quiero con todas mis fuerzas.

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