confesiones de la sartén a la olla


No sé cocinar...
suelo quemar el pan,
incendiarme la mano,
dejar enfriar el té,
derramar el aceite...
morongas en la estufa.

Me desvanecería de hambre
sino estuvieras cerca
para alimentarme...

Para calentar el pan
cantidad exacta de mantequilla
y el justo importe
de leche al cereal.

Yo sólo sé
comerte a ti;
disfrutar lentamente
los dedos
de tus pies,
morder con ternura
esos marcados pómulos
separando
cada hebra
de la barba al tercer día.

Babear sin piedad tus ojos
hasta que se empañe
la sartén
de tu alma.

La receta
secreta
para cocinarte
al punto
amor,
es sólo un poco
de sudor
generado
al mordisquear
frenéticamente
tus orejas
y lamer
el surco
de tu espalda baja
mientras tú esperas
que terminen los
cuatro
minutos
en que se dora la carne...

Comerte entero
de postre,
entremés
y plato fuerte...
Primero en orden,
posteriormente
todo al revés.

Empalagarme
con tus besos
y empacharme
con el amargo
sabor
de tu entrepierna.

Y después
repetir...
hasta morir
envuelta
en afrodisíaca
intoxicación.

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