isla negra


Hace falta
conseguirse una Isla Negra
perdida en el tiempo
y el corazón de un bosque
al sur del ecuador.
Hace falta borrar a la gente,
dejar de bailar el tango,
no sentir el rock,
cerrar los ojos en el cine...
cruzar las piernas,
sentir frío el suelo cercano;
catarsis interior.

Perderse en el azul tostado
del océano helado.
Hace falta admitir
no querer cerrar las heridas
con tiempo,
sino con agua de mar...

Sal occipital,
dulce de leche,
cordillera montañosa
café al amanecer...
Redonda cátedra musical.

¿Cómo pretender
cerrar las heridas
si son el motor del pensamiento?


Neruda me dice
desde su escritorio en el mar
“Regresé de mis viajes.
Navegué construyendo la alegría”
Prodigiosa mutación
del pensamiento
en sonido.

Describir las cosas
que se ven en los viajes
lleva consigo
varios cartuchos
de tinta,
callosidades en los dedos
y un par de cuerdas bucales...

Lo intenté
y no bastó.

Dejo algo mío
incrustado en el alma
de tu isla negra.
Es agotador
intentar remover el erizo
de tu dura coraza,
le produciría dolor
al interior de tu exilio emocional...
similar al sentir
cuando uno se va.

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