edicius 2.0

¿Sabes?
Me rehúso a pensar
que te dejas caer.
Aferrándome a sentir
en las vísceras
el dolor que has perdido;
ya no te importa
encontrarlo
estás vacío
del furioso malestar…
ahora sólo lo siento yo.
La piel se te convierte en un cielo nublado,
matices grisáceos se comen tus poros,
los ojos se opacan con el último adiós.
No quiero suponer
que te dejas caer,
te resistes a volver
sentir es algo que aún te duele.
Degustabas el dolor mismo,
que ahora te aterra
y no te permite vivir.
Cómo imaginar
que se te olvide el amor
y la inercia se apodere de ti,
¿en qué momento la vida dejó de llamarte?
¿cuándo comenzaste a reírte del cielo,
a fastidiarte del infierno?
la ataraxia del fin te carcome
esos sueños de antaño
que no volverán.
No quiero pensar,
no quiero sentir,
no quiero saberme
de vida sin ti.

Porque cada lágrima
significa un sufrimiento,
o no significa nada.
Porque cada mañana
amanece
siempre
definitivamente;
la inercia
clarea con el único propósito
de anochecer con luna
o sin ella
y sin estrellas,
sin esperanzas
ni sueños…
pero anochece.

Cada ocaso es
una batalla cumplida,
o vivida
tal vez perdida…
el obscurecer del día.
La vida es
y son varias;
la vida no son sueños
son más que pesadillas perdidas,
tampoco es un regalo,
nadie nos manda vivirla.
Y los amigos
son menos que las gotas de cera
que han caído en el olvido…

Espera,
detente,
mira hacia atrás
respira…
me verás saludándote desde la otra orilla del mar;
los recursos se me escapan,
las palabras se me agotan,
escurriéndose como la cera
de tu futuro incierto
que ha llegado,
lejos,
de vuelta a mi…
Cada gota de tu espera
fue un amor fallido
acá tengo una vela nueva
alumbra la oscuridad
que tanto te has prometido.
Tu vida
puede dejar de ser
algo incierto
y llenarse de calor.
Se necesita valor
para admitir el sufrimiento
y sinceridad
al mirar atrás,
respirar,
dejar de esperar
y disfrutar.
Por todo aquello
y lo que me falte por decir,
por cada lágrima cerosa;
de esas derramadas con tanta frecuencia.
Te regalo estas perlas translúcidas
Ya vez cómo si puedes reírte de ellas…
Me rehusé,
deseché,
volví a usar mis dedos
y las plumas de tus brazos.
Recupero al viejo amigo pesimista…
Aquel llevado lejos
por la inconstancia
de un sentimiento vano
que no alcanzaba la felicidad.
El cielo y el infierno están en ti... tú escoges.
























“and the rest is silence…”

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