tango nocturno

Tengo en la sonrisa
el olor de tu aliento,
cálido,
sincero,
agitado corazón.

Siento en estas manos
el deseo
intenso
de introducir mariposas
en lo hondo
de algún estómago
perdido
al interior de tu cavidad
cardiaca.

Taquicardia
de un tango
bailado
a lo inconsciente,
innato
dentro del pulso
nocturno.

Cruce de miradas
constantes,
imaginadas,
creadas
a partir de horas
de estúpida adolescencia.

Suelo ser un caracol,
gusto de figura
infinita,
caparazón universal;
espiral cerrado.

Y tú…
sin pedir permiso
me abres cual acordeón,
desdoblándome
desenredándome
despistándome
descubriéndome
deslizándote entre mis huesos
cual mariposa de esternón
después de un lindo amanecer.

Quisiera respirarte fuerte
hacer que el recuerdo
de esos ojos
inquietos,
derribe mi diafragma.

Bocanadas de
nuevas cenizas,
revoloteando
en estos surcos oculares.

Esperaré,
porque no queda mejor camino.
Esperaré,
ya que deseo hacerlo.
Esperaré,
volver a olfatear
tus labios
y
sentir aquella
crítica mirada
acalambrarme los sentidos.

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