El gato y la simbología ambivalente IV
El gato como símbolo de poder
“He
estudiado a una gran cantidad de filósofos y a una gran cantidad de gatos.
La sabiduría de los gatos es
infinitamente superior.”[1]
Existe otra acepción más para sumar a esta connotación polémica alrededor
del gato, y es su estatus como símbolo de poder económico. Ya dijimos que en el Renacimiento y la
Ilustración, los gatos se convirtieron en compañeros y amigos de grandes
personajes. Con la aparición de
una nueva clase social -la burguesía- el gato (comúnmente relacionado a reyes y
figuras de poder hegemónico) pasó a ser un bien deseado por los señores
burgueses.
Durante el siglo XVIII, en los talleres de imprenta franceses, se
comenzó a poner en práctica una derivación exótica de la fiesta de San Juan en
donde, tradicionalmente se mataban gatos.
Pero esta vez, a los gatos no se les mataba por considerarlos entes
demoníacos, sino por ser íconos del poder de los patrones opresores.
Robert Darnton, en una obra titulada “La Matanza de los Gatos y otros Episodios en la Historia de la Cultura
Francesa”[2] relata un
cruento episodio llevado a cabo en el patio del taller de la imprenta en la
calle Saint-Severin de París. En general, el autor dice que, al hacer historia
sobre la vida privada de los trabajadores, el apartarse del camino trillado y
ortodoxo de la historiografía contemporánea no es una metodología en sí, pero
el uso de fuentes como anécdotas, poemas y cartas (como en el caso de este
testimonio), otorga la posibilidad al lector de disfrutar visiones poco usuales
de la historia que pueden ser muy reveladoras.[3]
En este caso en particular, la matanza de gatos es como una metonimia[4]
que representa, simbólicamente, la opresión burguesa ante los obreros de las
imprentas parisinas en el siglo XVIII.
Los impresores vivían y respiraban una atmósfera de costumbres y
creencias tradicionales que lo penetraba todo. En un contexto general, los
gatos simbolizaban, entre otras cosas: sexo, violencia y brujería. Eran
utilizados para muchos remedios medicinales y con frecuencia, eran un símbolo
importante del Carnaval. El
carnaval en Francia, como en otros lugares del mundo, ha sido por siglos un medio utilizado por
la juventud para expresar sus deseos más carnales, permitiendo a la gente del
pueblo salir, por unos momentos, de la represiva realidad. Matar a los gatos
significaba muchas cosas, pero en el caso de los obreros de la imprenta
parisina, significaba humillar al patrón burgués y “violar” de manera simbólica
la intimidad de la patrona al matar a la gata consentida Grise (que era como parte de la familia) y dar a conocer así su
adulterio con el sacerdote del pueblo (algo sabido por todos, incluso por el
patrón, pero nunca exteriorizado). No conformes con eso, el texto revela que
los obreros, después de cometer su fechoría, reían a carcajadas en el taller,
al ver cómo el aprendiz, que era un excelente copista (imitador), repetía la
escena de la matanza una y otra vez, no para recordar a los gatos difuntos,
sino para restregarle al patrón que habían encontrado una ranura por donde
violar su autoridad, cogerse al gato, matar al gato, ultrajar a su mujer, una y otra vez remembrando como cual eco, esta violación a su autoridad.
En este texto no podemos encontrar un odio de clases porque aún no
existe la consciencia de clase, aunque si se manifiestan las diferencias entre
unos y otros, ricos y pobres por lo menos. Pero al no haber conciencia de clase, la clase obrera no
puede rebelarse por completo y busca siempre medios para liberar su represión,
utilizando al gato como un símbolo que alguien tres siglos después no
comprendería a menos que tuviera claro el contexto en el cual se llevó a cabo
la gran matanza; lejos de dios, lejos del diablo y, como siempre, más cerca de
los seres humanos.
Así, aparece en el testimonio histórico una tercera faceta de la
compleja simbología felina. Y se explica, de una manera novedosa, que este
animal/dios/demonio matado tantas veces, siga conservando, algunas de sus
tantas vidas.
para más sobre la simbología felina leer los capítulos anteriores:
1. entre el dios y el demonio
2. el gato como dios
3. el gato como demonio
1. entre el dios y el demonio
2. el gato como dios
3. el gato como demonio
[1] Se atribuye esta frase al escritor francés, Hypolite Taine.
[2] Robert Darnton, La Gran Matanza
de los Gatos y otros Episodios en la historia de la cultura Francesa”, FCE,
México,2000.
[3] Cita: cuando no podemos
comprender un proverbio, un chiste, un rito o un poema, estamos detrás de la
pista de algo importante (pg. 12).
[4] Figura retórica que designa una cosa con nombre de otra.
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