margaritas marchitas
Tengo las ganas de regresarte un libro, la intención de recordar una sonrisa y escribir una frase sincera al reverso de las servilletas;
ganas de llegar sin saberte allá lejos.
De apresurarme para verte salir, siempre acompañado de personas que nadie reconoce.
He de confesar que es mejor cuando no estás, porque si te viera volvería a sentirme bien...
Desearía poder observarte siempre, a todas horas y saber que estás bien y que estás pensando en mí.
No es tu culpa esta necesidad incontrolada que siento desbordarse aquí dentro, la culpa la tiene este sentimiento maldito que no existe, que se reinventa volviéndome la cabeza un muladar.
Sabía que no debía dejarte entrar, que no podría controlarlo después.
Pero marcaste, diciendo una mala excusa comenzaste a hipnotizarme con los profundos murmullos de tu cuerpo y apareciste unas horas más tarde tan sencillo como siempre, rompiendo la niebla de la noche con tu imponente presencia...
tan seguro como nunca.
Un ramo de rosas no era lo que esperaba, las odio... prefiero las margaritas;
no te importó e igual te presentaste con las manos vacías y la misma cara de idiota que me hace babear.
Con la gravedad de tu voz saludaste, guiñando el ojo izquierdo al postrarte frente a mí, con ganas de una sonrisa.
¿Qué habrás estado pensando al partir?
no es tu culpa que ahora te desee con tanta fuerza y jamás puedas volverte a acercar.
No te muevas, no dejes entrar a alguien más.
No des cabida a uno de esos momentos de estatuas de sal.
Quiero acción, muero por besarte, algo me dice que dentro de ti existe la misma curiosidad...
Y todo esto lo recuerdo mientras estoy aquí sola golpeando con eterna resignación las puntas de mis dedos en el cristal que he dejado empañado, esperando en vano...
tratando de sentir esa última bocanada que le diste a la pipa antes de abandonarla, recargándome justo ahí donde dejaste impregnada una mancha amarilla de nicotina, sedienta de respirar tus besos una vez más.
Ahora sufro la necesidad de saber qué hubiera sido de nosotros...
si te hubieras quedado después de aquel primer beso con las manos vacías de margaritas.
Pero el hubiera no existe...
Y nada te regresará la vida.
Espero hayas tenido buen viaje,
permaneceré rezando porque no hayas sufrido demasiado en la oscuridad del camino...
Aunque realmente deseo volverte a ver.