push

Una vez más me abandonaste. Tirada en el campo de mierda este que sembraste solo. Yo sólo ayudé a recolectar la cosecha y tragarme todo tu desprecio. Te gusta largarte, sin despedirte, sin decir te quiero, dejando unas cuantas monedas en el cenicero de la habitación. Salir sin prender la luz, como gata mal parida. Te gusta verme llorar en secreto, cuando pienso que no estás despierto. Deja de empujarme, de aventarme al abismo y de forzar la salida. Quiero quedarme, abrazarte, romperte la madre una vez más. Y suplicarte que te quedes, dejando que restriegues mi autoestima por los suelos, que la entierres, bajo la mierda.
Vete.
Lárgate.
Desaparece...
Algo así se murmulla en mi interior, debajo de las vísceras, y de todo lo profundo que nunca escucho.
Entras y te quedas ahí, mirándome fijamente con esa boca durmiente y babeante que sólo sabe lo que hay dentro de ti... siempre de ti.
Sonríes para ocultar el miedo... eso quiero creer, pero en realidad te importa un carajo, sales sin despedirte, sin tapar mi espalda descubierta... te doy asco y lo piensas mientras sonríes y te desvaneces en los reflejos de tu cochina pared; te revuelves como las fresas con crema... que también te provocan el vómito. Es tu única manera de ser.
Y me quedo sola, sin dormir, esperando a que vuelvas, sabiendo que no lo harás, dándome cuenta una vez más de lo estúpida que soy.
Te vas dejándolo todo bien claro
Tan claro como siempre lo estuvo para ti
Tan claro como las paredes
Tan blanco como este colchón semivacío
La próxima vez que vuelvas será demasiado tarde...
Eso me gusta creer
Que volverás
Y que yo seré mucho más grande que tú
Y no tendrás más lugar.


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