cal

Cal en la boca y dientes dolidos. Este amplio espacio blanco que se asemeja a una institución mental. Cierro los ojos para que la pared no me deslumbre. Fracaso… sigo viendo todo blanco… fracaso hasta cuando cierro los ojos. Seguro así es el suicido, un regreso a ninguna parte, caer de bruces cuando se quiere caer de pie.
Tengo ganas de cruzar las piernas, manchar los pantalones de lino con la tierra de mi cuarto. Cerrar los ojos y dejar de ver el espacio en blanco. Tengo ganas de salir corriendo… pedir asilo lejos de aquí y comenzar de nuevo. El valor no es uno de mis mejores atributos, no quiero aprender, prefiero quedarme sentada aquí, ver lo opaco de mi cuarto, limpiarme el yeso de los dientes, dejar de llorar. Esta enfermedad no es provisional, cada vez retorna, crónicamente… y con cada nuevo espasmo me domina el recuerdo de las otras veces… nada. Mi mirada tiene un hueco abisal provocado por tantas horas… ¿porqué carajos no se terminan las horas? ¿en qué momento olvidé detener el reloj? Ahora que todo está en blanco no lo encuentro, ni encuentro la úlcera del lagrimal, ni me encuentro a mi misma… en uno de tantos escapes me perdí; me perdí; me perdí…
Todo se complica, o tal vez no. Todo deja de tener sentido, deja de importar. Sólo vivo como autómata, despierto, camino, llego y me voy… en ese itinerario vacío olvidé apuntar el momento para comer, para lavarme los dientes, para aprender a estar sola y quitarme la manía de fumar en ayunas, quitarme el sarro con las uñas mordidas, volverme amante de mi soledad o, por lo menos, dejar de tener miedo de mis pensamientos e imaginar un hermoso y rojo atardecer en donde sólo encuentro una mentada pared blanca.
Terminaré hablando sin parar; como siempre pero sin audiencia esta vez, igual que hablan los locos frente a una pared. Acabaré por tenderme en esta alfombra polvorienta, imaginando que es el mar… ese mar que tanto extraño, tendida en la alfombra-mar, como hacen los locos cuando esperan la marea.
Por desgracia tampoco puedo ser loca… tendría que convertirme y eso me da una inmensa pereza.
Hay nada… Blanca pared y vacío… Vacío y el recuerdo de tantos amores, hueco del lagrimal, agujero negro del corazón. Círculos mal cerrados, cada vez resulta más intolerable recordar tantos nombres, tantos sentimientos, tantos adioses… y yo que siempre dije que el adiós era una cosa seria para personas serias.

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